domingo, 23 de junio de 2013

Azul, Buenos Aires: ¿Liliputense en Azul? (24 de julio de 1962)
por Dr Roberto Banchs (CEFAI) 
Crédito: Visión OVNI


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Ramón “Marciano” Farinella.
Consultando la hemeroteca de El Diario, de Paraná (ER), fortuitamente dimos con una noticia de un caso con ocupantes que había pasado inadvertido para los ufólogos, no obstante el carácter fantástico del relato.

Nos referimos al que protagonizara en Azul el vendedor de fruta y verdura, Ramón “Marciano” Farinella, en la fría mañana del 24 de julio de 1962. Veintiséis años después de producido el singular encuentro, nos dirigimos a la ciudad de Azul, precisamente a la esquina de Mitre y General Leyria, en pleno centro urbano, donde tenía su puesto en el cordón de la vereda de una carnicería, propiedad de Vicente Fessina.

Allí conversamos con su hijo Alberto, quien manifestó que en esa fecha un empleado y varios vecinos observaron un objeto con “forma de paraguas, que se desplazaba a cierta al­tura, hizo como si bajara y después desapareció con una luz ro­jiza”. Pero no le dieron mucha importancia, hasta las declara­ciones de Farinella.

Nos llevó a la casa de su padre, quien conocía muy bien al vendedor de fruta y verdura, además de atender en aquella época la carnicería frente a la cual estaba el citado puesto. Vi­cente Fessina expresó que permanecía en el interior del comer­cio, junto a sus empleados Adrián Vega y Vicente Castronovo (este último familiar de Fessina) hasta que, en un momento, el vendedor entró asustado asegurando haber visto un plato vo­lador.

Al principio le resultó curioso, pues Farinella “se daba a la bebida”, aunque reconoce que no era frecuente que lo hiciera de mañana, salvo cuando debía mitigar los efectos del frío. En­seguida entró una mujer, Agustina Paganin de Giarusso (vecina de la calle Lavalle), que también había visto algo en el cielo, y entonces fueron más los que se interesaron por observarlo.

La noticia cundió en la zona y, como la estación LU 10 Radio Azul (en la Avda. Mitre 819/21) se encuentra a escasos 50 metros del puesto, invitaron a Ramón Farinella y a otras personas a dar su testimonio y opiniones de lo ocurrido. A par­tir de ahí, el caso se extendió rápidamente y a los 15 minutos ­-dice Fessina- era la emisora uruguaya Radio Colonia (conocida por brindar primicias a través del particular estilo del locutor Ariel Delgado) la que se ocupaba de difundir el caso, algo desvirtuado como veremos. Así llegó a la Agencia Noticiosa Sapo­riti, la que no demoró en extender aún más las versiones del OVNI.

Después de estas entrevistas iniciales, hablamos con el principal testigo, Ramón Farinella (nacido en Azul, en junio de 1929). En todo momento el testigo manifestó no re­cordar con precisión los hechos, aunque tampoco quería hacer memoria de aquella circunstancia. Se mostraba ansioso y desconfiado. Sin embargo, luego de lograr estable­cer una mejor relación, dio la impresión de sentirse más desen­vuelto. Desde ese momento no sólo cambió su actitud, sino también su relato.

Nos dijo primero que vio “un artefacto que parecía que iba a bajar, pero no se detuvo”. El OVNI se mantenía en el cielo, muy alejado, moviéndose rápidamente: “Tenía muchos colores y salió para arriba ligero. Lo que era no lo sé, porque plato vo­lador no vi. Se vio unos segundos, pero no la forma, ya hacia la esquina donde habría avistado el objeto que salió a una velocidad bárbara”.

En la segunda versión, el objeto habla descendido en el centro mismo de la avenida, en plena intersección de calles, y a unos pasos de su lugar de trabajo. “Me di cuenta de casuali­dad. Yo dije por decir, que era un plato volador, por esas cosas… No hizo maniobras, bajó y subió a una altura de 2 me­tros sobre la calle, en la misma esquina, a 10 metros mío o un poco más. No se qué dimensiones tendría… es que fue tan rá­pido. Era redondo como un platillo”.

La versión del OVNI tripulado

Al preguntársele sobre la presencia de personas en el OVNI, como indican algunos medios, respondió lacónicamente: “Yo nunca dije que habían. Son mentiras. Yo no vi formas hu­manas”. Tampoco los demás testigos habían hecho tales declaraciones.

¿Qué había ocurrido? Ramón Farinella, quien a partir de entonces se ganó el mote de “marciano”, dijo a los periodistas de El Tiempo, de Azul (1) que “aproximadamente a las 9,30, al dirigir su mirada hacia la izquierda donde está situado el taller mecánico de Campi, vio que algo parecido a un paracaídas de pequeñas dimensiones (no más de 50 cm de alto) se elevaba a vertiginosa velocidad, perdiéndose de vista en pocos segun­dos".

“Respondiendo a preguntas del cronista -dice El Tiem­po-, Farinella no supo precisar si esa especie de paracaídas llevaba algún tripulante que, de existir, lógicamente tendría que ser un “liliputiense”[1]… El objeto no emitía luminosidad, como tampoco ruido alguno…"

“Esto fue todo cuanto pudo ver Farinella (y que nos acla­ró que él entiende mucho de naranjas, bananas, papas, zanaho­rias, etc., pero no está muy bien enterado de las característi­cas de las naves espaciales; por eso no se halla en condiciones de asegurar si el aparatito que él vio partir como un cohete descendió para cambiar un neumático en el taller de Campi…)".

“Ante la referencia de que una señora también había sido testigo del episodio, el cronista fue en busca de esa vecina, que es doña Agustina Paganin de Giarusso. De la conversación con esta señora surgieron datos contradictorios para la crónica, pues lo que ella había visto era un aparato que por sobre su casa (NdR: ubicada en la calle Lavalle, casi Tucumán) pasaba a gran altura -hacia el noreste- dejando una estela de humo. (Seguramente, se trataba de uno de los aviones Comet, que a varios miles de metros de altura pasan diariamente por sobre nuestra ciudad)".

“A las 8,30 fue cuando la nombrada vecina observó la pa­sada del pájaro mecánico, comentándolo minutos más tarde con otros vecinos, en la carnicería".

“En consecuencia -concluye el artículo-, fue Farinella el único que tuvo ante sus ojos esa cosa semejante a un diminuto paracaídas”.

 Colectivo que pasa por el lugar de aterrizaje del madrugador plato volador.

De este testimonio, que incluye algunos pasajes en tono humorístico, tales como el 'colectivo' que pasa por el lugar de aterrizaje del madrugador plato como el de los “liliputienses” (imaginando la talla que tendrían los presuntos ocupantes, de acuerdo a las pequeñas dimensiones del OVNI visto por Farinella), el “des­censo” (“para cam­biar un neumático”, en un taller cercano), parece haber dado lugar a esta nueva y fantasiosa versión.

El Tiempo, de Azul, en su edición del 27 de julio publica una copla que dice así:

“En el azón dislocado de mentir al por mayor,

¡qué novela han fabricado sobre el ‘plato volador’!…

Una emisora oriental que al auditorio se roba,

dijo que “F” lo corrió enarbolando una escoba…

Hay que mirar para arriba prestando más atención.

Así la crisis se alivia… Pero, ¡ojo al tropezón!..”


Por su parte, la policía de Azul parece haber desmentido el supuesto aterrizaje del plato volador en el centro de la ciudad, señalando que en la zona tampoco se registró algún fenó­meno anormal (2).

Otros medios periodísticos regionales, como Nueva Era, de Tandil, de inmediato consultó a su colega El Tiempo. La res­puesta fue categórica: “Cien por ciento fantasías. Puede haber despertado la imaginación de más de uno, máxime sobre un tema tan propicio, la pasada del Comet IV de Aerolíneas Ar­gentinas, a las 8,30 de la mañana, como lo hace todos los días. De allí nace la “estela de condensación” adjudicada al imaginario plato vo­lador” (3).

Efectivamente, consultada la guía de tráfico aéreo, el avión Comet IV debía pasar diariamente por Tandil alrededor de las 8,30 horas, uniendo el trayecto de Bahía Blanca con Ezeiza.

En cuanto a sus cualidades técnicas, se trataba de uno de los aviones más veloces y grandes para el transporte de pasajeros, adquiridos por Aerolíneas Argentinas, siendo la primera aeronave a reacción, impulsada con turbinas (4).

Su sistema de reacción produce un característico des­prendimiento, que a veces, induce a errores de percepción como quedaría demostrado -y reconocido- por la testigo Agustina Paganin de Giarusso. 

El problema de la percepción

Los aspectos fisiológicos y psicológicos de los testigos tienen gran importancia en los avistamientos de OVNIs, e influ­yen en la fiabilidad de la información que proporcionan. A veces, las observaciones son engañosas, no por voluntad del testigo, sino porque éste ha sido engañado por su propia percepción, mediante causas bien conocidas, pero que son inevita­bles e imprevisibles dentro de la sorpresa que produce la irrupción de un fenómeno inusual.

El mecanismo de la ilusión óptica es muy sim­ple, pues se trata de una percepción de objetos reales, pero falseados por adición o sustitución de elementos. Se ha dicho que la percepción de un avión en el cielo puede producir la ilu­sión de que se trata de un OVNI, si el sujeto perceptor, íntima­mente mediatizado por el tema o ansiedad, añade, omite y transforma la visión real (5).

A su vez, todo nos muestra que el fenómeno observado si­multáneamente por los distintos testigos era, en realidad, un avión comercial de peculiares características. Pero al parecer, luego de la intervención de la vecina A. P. de Giarusso y del susto provocado por la insólita aparición, el vendedor propor­ciona datos que lo convierten en un episodio fuera de lo común, acercándose más a la fantasiosa versión de la radio uruguaya y retransmitida a través de una agencia periodística a varios medios gráficos.

Es claro también que si el diámetro del aparato era de 0,50 metros -como declara en un momento- no hubiera tenido dificultad de maniobrar sobre la calle, pero de haber tenido mayor porte, es probable que debiera haberse llevado por de­lante el tendido de cables eléctricos situados en la intersección de las calles. Sin embargo, esto no ocurrió ni dejó rastro algu­no.

Otro dato que consignamos es que, al decir de sus allega­dos vecinos, R. Farinella era bastante propenso a las bebidas alcohólicas y, aunque solía moderarse por las mañanas, hacía al­gunas excepciones cuando debía mitigar el frío, ya que su tra­bajo le imponía permanecer durante largas horas al aire libre. Al respecto, la Oficina Meteorológica de Azul suministró datos significativos respecto a las variaciones producidas ese día: en la ciudad, muy por debajo de lo normal, el termómetro descen­dió hasta varios grados bajo cero, producto de un frente frío que abarcó todo el país. 

Referencias

(1) El Tiempo, Azul, 25 Julio, 1962: Pág. 1.

(2) El Mundo, Buenos Aires, 25 Julio, 1962.

(3) Nueva Era, Tandil, 25 Julio, 1962.

(4) Ibíd., 22 Septiembre, 1958.

(5) Los Falsos OVNIs, en: Colección Los Temas Ocultos (Fenómeno OVNI), Edic. UVE, Madrid, 1984, Págs. 64-65.

Cfr.: Mas Colombo, Eduardo y otros. Psicofisiopatología. EUKA, Buenos Aires, 1986, Pág. 22.

[1] Jonathan Swift describe en Viajes de Gulliver las tie­rras de Liliput habitadas por diminutos seres, de seis pulga­das de altura. Cfr. J. Swift. Viajes de Gulliver. Salvat Edit., Navarra, 1970. 

http://www.visionovni.com.ar/modules/news/article.php?storyid=926

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